Descubre cinco tesoros de la vida religiosa

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Las hermanas y hermanos religiosos y los sacerdotes enriquecen nuestro mundo con sabiduría, compromiso, alegría, esperanza y entrega. (Foto: istock; microstockhub)


NO PERTENEZCO a una comunidad religiosa, pero estoy profundamente agradecido de que existan comunidades religiosas. Como sacerdote diocesano y obispo durante muchos años, he tenido el privilegio de conocer y trabajar con varios hombres y mujeres de vida religiosa. Este trabajo ha implicado los ministerios de enseñar juntos, trabajar en retiros y tender la mano a los necesitados. Al expresar mi gratitud por cinco de las cualidades que tan a menudo encuentro en las comunidades religiosas, quiero demostrar por qué, al menos para mí, necesitamos religiosos y religiosas.

1. Sabiduría

Muchos doctores de la Iglesia—es decir, los grandes pensadores y escritores espirituales—son miembros de comunidades religiosas. La doctora más reciente, santa Teresa de Lisieux (1873-97), ha enriquecido al mundo contando la historia de su alma. Para Teresa, Dios es un Dios de amor y misericordia. Su caminito, su manera de hacer las cosas con amor, pone la espiritualidad al alcance de todos. Y su sufrimiento al final de su corta vida, un sufrimiento que implicaba una intensa duda, dio testimonio a nuestro mundo de que la fe está mucho más allá de la agudeza intelectual. Su famosa frase: —"Después de mi muerte dejaré caer una lluvia de rosas. Pasaré mi cielo haciendo el bien en la Tierra"— ha sido verificada por los numerosos milagros atribuidos a su intercesión.

Otra persona sabia en la vida religiosa es el Padre Don, profesor y escritor contemporáneo. Es un hombre sabio; conoce "lo que es agradable a Dios" — el corazón de la sabiduría. Lleva una vida de estudio y oración. Su conocimiento y amor por la tradición Cristiana es verdaderamente asombroso. Aún más impresionante es su conocimiento y amor por sus alumnos. Aprenden tanto de su presencia y su preocupación como de sus palabras.

2. Compromiso

El corazón humano alberga muchas ansias, y las vidas de los hombres y mujeres de la vida religiosa abordan muchas de ellas. El anhelo de sentido y profundidad y el ansia de intimidad y plenitud son cuatro anhelos fundamentales. Y luego está el deseo de compromiso, de dar la propia vida de forma total y sacrificada. La Madre Teresa de Calcuta (1910-97) y las Misioneras de la Caridad son un ejemplo de compromiso total.

Nada se retiene. La Madre Teresa nos recuerda: "Dios se ha identificado con los hambrientos, los enfermos, los desnudos, los sin techo; hambre, no sólo de pan, sino de amor, de cuidados, de ser alguien para alguien; desnudez, no sólo de ropa, sino desnudez de esa compasión que muy pocos dan a los desconocidos; sin techo, no sólo de cobijo hecho de piedras, sino esa falta de hogar que viene de no tener nadie a quien llamar propio." Muchas comunidades religiosas demuestran un compromiso radical y total con la obra del Reino.

La Hermana María también es un ejemplo de este compromiso. Trabaja en los barrios marginales de Lima, Perú. Esta hermana Franciscana ha dejado familia y patria, seguridad y comodidades, para dedicar su vida a los pobres y a promover el reino de Dios. Apoyada por su comunidad, se entrega totalmente. La hermana María fue alumna mía hace muchos años, y ya entonces vi en sus ojos esa mirada de generosidad y entrega.

3. Alegría

LA CASA EN REPOSO

En una noche oscura
Encendida en amor con anhelos—
¡Oh, feliz casualidad! —
Salí sin ser observado,
Mi casa está ahora en reposo.
—San Juan de la Cruz

¿Cómo acalla uno su casa,
cada orgullosa pared posesiva, cada viga suspirante,
las habitaciones inquietas por las risas recordadas o los ecos hirientes, las puertas permisivas,
las escaleras que vacilan de arriba a abajo,
ventanas que traen colores y acontecimientos
del campo o de la ciudad,
techos opresivos y suelos quejumbrosos?

En primer lugar, la casa debe aceptar la noche.
Que borre las paredes y su despliegue,
empobrezca las habitaciones hasta llenarlas
de humildes silencios; que se silencien los relojes
y todas las egoístas urgencias del día.

La medianoche no es hora de recibir a un invitado.
Advierte a las puertas contra enemigos y amigos,
e intenta que las ventanas comprendan
su insignificancia cuando termine la luz del día. Persuade a las escaleras a ser pacientes, y niega
a los pasadizos su ir y venir sin rumbo.
La virtud es lo que hace que una casa descanse.
Qué bien recompensado es el inquilino, qué dichoso
que, cuando se oye la llamada,
es libre de tomar su corazón encendido y partir.

De The Selected Poetry of Jessica Powers (La poesía selecta de Jessica Powers) o The House at Rest (La casa en reposo), publicado por ICS Publications, Washington, D.C.; The House at Rest publicado por el Monasterio Carmelita, ed. por Regina Siegfried, A.S.C. y Robert F. Morneau. Todos los derechos reservados, Monasterio Carmelita, Pewaukee, WI. Usado con permiso.

Al observar nuestra cultura y la escena mundial, con sus huracanes y guerras, su violencia y sus enfermedades, a veces nos cuesta experimentar la alegría. La depresión y la desesperación reinan a menudo en los corazones de muchos. La vida religiosa no es inmune a estos peligros, pero, desde mi experiencia, he comprobado que un estado de ánimo predominante de alegría impregna a la mayoría de los religiosos que he conocido.

La hermana Pamela, por ejemplo, trabaja en una parroquia de una gran ciudad. Es su sonrisa lo que la convierte en una atractiva ministra del Señor. Le encanta enseñar, organizar y atender a los pobres. Su sonrisa es contagiosa; su alegría, exuberante. Pocas veces he visto a una persona más feliz. Se sabe amada por Dios y por el pueblo de Dios. Esa experiencia de amor es su alegría, y la regala libremente.

4. Esperanza

La esperanza es la virtud del "todavía no". Mira al futuro con la esperanza de que se cumpla lo que Dios ha prometido. La vida religiosa se basa en una promesa—la promesa de que Dios estará con nosotros para siempre. Se basa en la promesa de un corazón nuevo (Ezequiel 36:25-27), un corazón de carne y no de piedra.

El Hermano Steve vive con la sensación de que el cambio y la conversión son posibles. De hecho, vive con un sentido de posibilidades infinitas. Tiene, como dijo una persona, una "pasión por lo posible." Su campo de trabajo es la justicia social. No sólo se ocupa de vidas individuales para satisfacer sus necesidades, sino que está profundamente involucrado en el cambio de los sistemas sociales que lastiman a los pobres. Su labor de organización comunitaria se centra en la obra del Reino. Y nunca se rinde. Para él, la esperanza es una forma de vida.

5. Lucha

Necesitamos a los religiosos porque están dispuestos a luchar con la condición humana con honestidad y valentía. Como Iglesia de santos y pecadores, los miembros de las comunidades religiosas conocen las cargas de nuestra existencia humana y a menudo han articulado lo que significa ser humano.

Para muchos de nosotros, el monje Trapense Thomas Merton (1915-68) es un ejemplo de lo que significa ser un peregrino luchador. Sus escritos, que muchos años después de su muerte siguen vendiéndose en gran cantidad, trazan la complejidad de nuestra relación con Dios y con el mundo. Merton escribió sobre su agradecimiento a Dios por tres dones: "Primero, mi fe Católica; segundo, mi vocación monástica; tercero, mi llamado a ser escritor y compartir mis creencias con otros". En otros lugares, Merton se describe a sí mismo como un peregrino y un exiliado en este viaje, sin sentirse nunca en casa en el planeta. Sin embargo, ejerció sus dones en medio de una gran lucha personal.

Obviamente, los hermanos y hermanas religiosas y los sacerdotes no son los únicos Cristianos con estas cinco cualidades. Las nombro aquí porque en mi trato con los religiosos, a menudo encuentro que enriquecen nuestro mundo con estas cualidades. Tuve el privilegio de conocer a la poeta Carmelita Jessica Powers, O.C.D. (Hermana Miriam del Espíritu Santo). Su poema, "La casa en reposo" (recuadro), inspirado en San Juan de la Cruz, habla con fuerza de la vida religiosa, una vida de discipulado, custodia y evangelización. Siempre es bueno dar la última palabra a un poeta. 

Una versión de este artículo apareció en VISIÓN 2007.

ARTÍCULO RELACIONADO: VocationNetwork.org, “9 cosas que la vida religiosa tiene para ofrecer.”

Bishop Robert Morneau
Por Obispo Robert Morneau, obispo auxiliar emérito de Green Bay, Wisconsin, autor de varios libros y numerosos ensayos sobre oración y espiritualidad.

Traducción de Mónica Krebs.

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