Empezar bien la semana

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Father John Herman, C.S.C. gives a blessing to one of his flock during a Mass

Image: El Padre John Herman, C.S.C. da la bendición a un miembro de su rebaño durante una Misa.

Me encanta ser un sacerdote de la Santa Cruz. Doy gracias a Dios todos los días por haberme llamado al sacerdocio en la Congregación de la Santa Cruz, especialmente porque este no era mi plan original. En la universidad yo estaba seguro de que iba a ser ingeniero civil algún día, e iba a estar casado con esposa y varios niños. 

Una de las cosas que más me gustan de mi vida como sacerdote y como pastor son las mañanas de domingo. Mi parroquia es la Parroquia de Nuestra Madre Santísima de La Luz, en Guadalupe, Nuevo León, México. Después de 20 años de ser sacerdote, las mañanas de domingo y la celebración de la eucaristía todavía no se me hacen antiguas. ¡Me encanta todo eso!

Estar presente

Comencé en el ministerio parroquial como diácono en St. John Vianney Parish (parroquia de San Juan Vianney) en Goodyear, Arizona, con el padre Joe Corpora, C.S.C. como mi pastor y mentor. Aprendí muchas cosas de él durante los cuatro años en que estuvimos juntos. Una de las cosas más valiosas que aprendí fue la importancia de estar presente antes y después de las Misas del fin de semana para saludar e interactuar con los feligreses. Él me enseñó que es el único momento de cada semana en que podemos estar, aunque sea brevemente, con la mayoría de la gente de la parroquia. Si bien brindar esta clase de experiencia puede ser cansador, yo lo disfruté desde los primeros días en el ministerio parroquial.

Muchas personas no pertenecen a grupos o ministerios que se encuentran durante la semana. La mayoría no viene, o no puede venir a la Misa diaria, pero muchos vienen a Misa los domingos. Estar presente antes y después de nuestras Misas dominicales es la mejor forma posible de darme cuenta de lo que está pasando con nuestra gente, y una de las mejores maneras para que nosotros les demostremos a las personas que nos importan y que estamos allí para ellas. A menudo, es el momento en que las personas me piden que oiga su confesión, o piden una bendición antes de tener una cirugía. En la práctica, también, es a menudo la mejor manera de resolver cosas personalmente con feligreses que de otra forma requerirían un llamado telefónico o una visita durante la semana. Pero más que nada, sencillamente disfruto de estar con la gente.

Herman se toma un tiempo para una “sesión de fotos” con niños que han tomado su Primera Comunión.
Herman se toma un tiempo para una “sesión de fotos” con niños que han tomado su Primera Comunión.

Llegar a conocer a las personas

Uno de los desafíos que he enfrentado para estar presente con la gente es la dimensión de la Parroquia de La Luz. Tenemos nuestra iglesia principal y cuatro capillas y una población de aproximadamente 35,000 personas dentro de los límites de nuestra parroquia—la mayoría de los cuales son católicos y muchos de ellos, lamentablemente, no asisten a la Misa dominical. (Sí, estamos trabajando en ello todo el tiempo!)

Infortunadamente, no me es posible estar en todos los lugares todos los domingos, ni celebrar todas las misas, ni saludar a la gente antes y después. Solamente veo a muchos de ellos una vez por mes, lo que hace más difícil tener continuidad con ellos y aprender sus nombres. He visto desde el principio cuánto significa para la gente que uno aprenda su nombre, así que debo trabajar más aún aquí para hacerlo. A menudo me siento cohibido al tener que preguntar sus nombres una y otra vez a ciertas personas, hasta que finalmente lo recuerdo. Me encanta hacer chistes con las mujeres cuyos nombres no sé sencillamente diciendo, “¿María?” ¡Acierto la mitad de las veces cuando hago eso!

Estamos en esto juntos

La Primera Comunión es siempre una celebración importante para Herman.
La Primera Comunión es siempre una celebración importante para Herman.

Me siento bendecido porque no estoy solo en La Luz y nuestras cuatro capillas. Este es un ministerio de nuestra comunidad de la Santa Cruz y hay otros cuatro sacerdotes de la Santa Cruz, como también hermanas de la Santa Cruz que trabajan aquí también. No hay modo de que yo pudiera presidir nuestras cuatro Misas de sábado por la noche y 12 Misas de domingo cada semana. Los domingos todos estamos muy ocupados, pero no me importa, porque sé cuán importantes son estas celebraciones de la Eucaristía para nuestra gente.

De hecho, es un gran privilegio y una bendición ser capaz de celebrar la Eucaristía con y para la gente de la Parroquia de La Luz. No me siento merecedor de esta bendición en muchas formas. ¿Yo, un pecador, predicando el evangelio y rezando las palabras de la institución, e invocando al Espíritu Santo para que transforme los sencillos dones del pan y el vino en el Cuerpo y la Sangre de Jesús? Sin embargo, Dios me ha llamado a esto, y ahora estoy aquí, sirviendo en el norte de México.

Como católicos, creemos, como nos ha dicho el Segundo Concilio Vaticano, que la Eucaristía es “la fuente y la cúspide de la vida cristiana.” La Misa dominical nos ofrece a todos la oportunidad de encontrarnos con Cristo de una manera profunda en la Eucaristía, y ser fortalecidos por Él en nuestros esfuerzos por vivir nuestra fe con alegría, gratitud, y fidelidad.

Unidos por la Eucaristía

Algo que me ayuda a sentirme muy arraigado cuando celebro la Eucaristía aquí es la conexión que he desarrollado con la gente después de estar aquí por más de cuatro años. Veo a Imelda ahí afuera y sé que está sufriendo mucho la pérdida súbita y trágica de su hija. Veo a Oscar y Marta, que con gran expectativa y ansiedad esperan el nacimiento de su hijo después de haber sufrido un aborto muy doloroso. 

Herman leads a Palm Sunday procession

Herman conduce una procesión de Domingo de Ramos.

Veo a Alfonso y sé cómo está luchando para apartarse del pecado y ser fiel a Dios y sé cuán importante es la Eucaristía para él, para poder hacerlo. Veo a Santiago y Norma, con su fe encendida después de que se les pidió que asistieran a un retiro como padres de un niño que iba a ser confirmado y, para su sorpresa, tuvieron un fuerte encuentro con Cristo que les cambió la vida. Veo a Gregorio, que se está esforzando por conseguir un trabajo que le permitirá mantener a su familia. Veo a David, que está discerniendo una posible vocación por la vida religiosa y el sacerdocio en la Santa Cruz, con una mezcla de emoción, ansiedad, y asombro.

Toda nuestra gente trae lo que es y lo que hay en sus mentes y corazones a nuestra celebración de la Eucaristía. Yo también lo hago. De alguna manera todos nos acercamos aún más en el Cuerpo de Cristo a través de lo que celebramos juntos cada domingo en la Eucaristía. Mediante la gracia de Dios, también nos acercamos más al reino de Dios a través de nuestra participación en el sacrificio de Jesús en la Eucaristía.

Me encantan los domingos, no porque es el día del fútbol de la NFL (Liga Nacional de Fútbol) (¡he sufrido frecuentemente los domingos como fan de los Leones de Detroit!), o porque es muy posible que una familia me invite a su casa para comer carne asada para una celebración de cumpleaños, o porque es el día en que se viaja gratis en el Metro de aquí. Me encantan los domingos porque nos juntamos todos y nos encontramos con Cristo en nuestra celebración de la Eucaristía. ¿Es posible tener algo mejor que esto?

El Padre John Herman, C.S.C.
El Padre John Herman, C.S.C. fue ordenado en 1995. Es sacerdote de la Santa Cruz y pastor de la Parroquia de Nuestra Madre Santísima de La Luz en México.

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