Maestra primero, hermana siempre
LA HERMANA Lee Ann abraza a Carol Harrison, quien ha aprovechado los beneficios del Center for Women in Transition (Centro para Mujeres en Transición) de Little Rock, Arkansas. |
"Yo era conocida como criminal habitual, y decían que yo no era apta para vivir en la sociedad," decía Ragland. Pero McNally le dijo, "Hay tantas cosas buenas en ti"-algo que Ragland nunca había oído antes. "Más que nada, ella era paciente, simplemente escuchaba. Y pensar que una monja me dedicaría tiempo, eso para mí era sensacional. Cuando mi familia no podía dedicar tiempo para escucharme, ella lo hacía."
Ragland trabaja ahora con McNally en el Center for Women in Transition (Centro para Mujeres en Transición), una agencia sin fines de lucro que McNally ayudó a fundar como consecuencia de su trabajo enseñando en cárceles y prisiones, para asistir a las mujeres que son liberadas, para que puedan hacer la transición de regresar a vivir en el mundo exterior.
Para McNally, enseñar a las convictas fue una nueva aventura después de muchos años de enseñar en escuelas, pero también fue una extensión del trabajo que ella está segura que Dios tenía pensado para ella desde el principio.
Enfermera o maestra: Escoge
Cuando McNally decidió unirse a las Sisters of Mercy (Hermanas de la Misericordia) en los años 60, "Nos daban a elegir," dijo. "Puedes ser maestra, puedes ser enfermera-escoge. Yo elegí la maestra."
Las que elegían la enseñanza podían especializarse en historia o en inglés en la universidad. Ella se graduó tanto en historia como en inglés en Maryville University (la Universidad de Maryville) en St. Louis y dice abiertamente: "Soy una excelente maestra" de todo menos matemática o ciencias. "Simplemente supe desde el principio que yo tenía la vocación de maestra."
McNally es segura de sí pero no arrogante, franca pero también bondadosa. Está decidida a crear un cambio en la vida de las reclusas que tal vez no tienen a nadie que las ayude a encontrar su camino. Su amigo y compañero, el sargento Robin Ballard de Pulaski County Regional Detention Facility (Unidad Regional de Detención del Condado de Pulaski), dijo McNally "es como un amigo y un padre. Un amigo trata de guiarte, ayudarte y darte sugerencias. Pero cuando no haces las cosas bien, el padre viene y te dice, 'Esto está mal, no te va a ir bien así.' Ella tiene la capacidad de estimularte, y también es la monja proverbial."
"Yo las confronto cuando es necesario," dijo McNally, "y ellas lo saben."
"Ven a ver"
McNally, que ahora tiene 63 años, creció en Gulfport, Mississippi, la mayor de nueve hijos de una familia católica irlandesa, y como estudiante tuvo siempre las mejores notas. "Me educaron las Sisters of Mercy (Hermanas de la Misericordia) a lo largo de mis 12 años de escuela, y tuve maestras excelentes, excelentes," dijo McNally.
Pero en el último año de la escuela secundaria, decidió, "De ninguna manera iba a ingresar al convento. Entonces fui a la universidad durante un año. Pasé un mes allí hasta que me di cuenta de que no era lo que quería. Entonces terminé el año, y después ingresé con las Sisters of Mercy (Hermanas de la Misericordia) en 1965. Tenía 19 años. Realmente, nunca he tenido una crisis vocacional en todos estos años. Es asombroso, y es para mi otra señal de que estoy haciendo lo que se supone que debo hacer."
LA HERMANA Lee Ann equilibra la dureza con la ternura mientras da una clase en la Pulaski County Regional Detention Facility (Unidad Regional de Detención del Condado de Pulaski) en Little Rock, Arkansas. |
En 1990 se mudó a Little Rock, donde trabajó diez años en desarrollo de la fe para adultos en la parroquia de Our Lady of the Holy Souls (Nuestra Señora de las Almas Santas) y enseñando en Mount St. Mary Academy (Academia del Monte de Santa María), una escuela para niñas. Pidió permiso para vivir sola-algo que quería probar porque nunca había vivido en otro lugar que en un convento, o con "nueve niños, mamá y papá y un solo baño."
Ahora tiene un gato y algo de paz y tranquilidad cuando no está trabajando-algo importante, dijo McNally, para una introvertida que pasa tanto tiempo ayudando a otras personas a organizar sus vidas. Los fines de semana le encanta leer y echarse a mirar fútbol por TV, pero también está conectada con la comunidad de Mount St. Mary Academy (Academia del Monte de Santa María), a través de grupos de oración y de discusión, una conexión vital, dijo, porque "es allí donde se alimenta mi espiritualidad."
Cuando se le preguntó qué le diría a alguien que está considerando una vocación religiosa, McNally respondió: "Sería como Jesús y le diría, 'Ven a ver.' Simplemente ven a ver. Hay más aquí que lo que ves desde afuera, y la vida en comunidad realmente es una parte importante. Yo hago mejor el trabajo que estoy haciendo porque soy una Sister of Mercy (Hermana de la Misericordia)."
Respeto, por primera vez
Durante los últimos seis años el centro de ese trabajo, en cierto modo para su sorpresa, ha estado en las prisiones. Después de haberse mudado a Little Rock, McNally fundó un centro de espiritualidad para mujeres, y después de unos años "Quise llevar nuestro programa de espiritualidad a las mujeres de la prisión que no podían reunirse con nosotras."
Cuando se dirigió a los funcionarios de la prisión, le dijeron que no podía dar el programa de espiritualidad, pero que necesitaban alguien que diese una clase de "Competencias para la Vida." McNally aceptó, aunque desde el inicio de su trabajo allí, en 2002, le dio su toque personal.
Cuando llegaron las mujeres, ella les dijo, "Esto es lo que necesitan ustedes, según las autoridades de la prisión: cómo escribir un cheque, cómo llevar las cuentas, cómo presentarse para buscar empleo. Díganme ustedes lo que necesitan." Inmediatamente una mujer dijo, 'Enséñanos cómo perdonarnos a nosotras mismas por lo que hicimos.' Y otra dijo, 'Enséñanos cómo comunicarnos con nuestros hijos para que ellos no terminen como nosotras.' "
McNally se dijo, "Caray, aquí me metí en algo para lo que no estoy realmente preparada. Pero Dios me puso aquí, así que debo tener la posibilidad de hacer algo para estas mujeres."
Ahora ella da clases en la cárcel de Pulaski County (Condado de Pulaski), sobre manejo de la ira, prevención de reincidencia, y competencias para la vida. Trabaja como asistente del capellán-una especie de consejera espiritual-en unidades para mujeres de las prisiones de Arkansas y recientemente ha sido ingresada en la lista de visitantes de dos hombres, uno sentenciado de por vida sin libertad condicional (que no tiene otras visitas) y otro que cumple una condena de 40 años.
Trabajando con convictos, "una de las primeras cosas que aprendí es que mi concepto sobre los delincuentes convictos no era necesariamente acertado," dijo McNally. Ella cree que casi todos se meten inicialmente en problemas porque "tienen algún tipo de adicción que es severa. Y de ese 99 por ciento, 96 por ciento también son víctimas de violencia y abusos. Muy frecuentemente dicen las mujeres . . . casi todas ellas, que empezaron a consumir drogas y alcohol para borrar lo que pasaba en sus hogares cuando ellas estaban creciendo.
"Entonces, lo que veo son buenas personas a las que nadie respetó como individuos. Para mí el respeto es muy importante. Lo enseño, actúo de esa manera en clase, insisto en que las mujeres se traten con respeto unas a otras."
"Todas nuestras mamás"
La mayoría de estas mujeres son mamás que se sienten culpables y avergonzadas porque están encerradas y otra persona está cuidando a sus niños.
Cuando vienen a sus clases "vienen porque quieren que sus vidas sean diferentes," dijo McNally. "Ellas simplemente no saben cómo conseguirlo. No son malas personas. Son personas que realmente han tomado decisiones equivocadas, basadas en las decisiones equivocadas que se tomaron con ellas cuando eran jóvenes."
"Es allí que interviene el tema de su fe," dijo el sargento Ballard de McNally-la idea de que Dios sí ve el valor de estas mujeres. "Donde muchos dirían que no vale la pena ocuparse de estas convictas," dijo Ballard, "ella siempre ve que esa persona puede ser salvada."
Ragland, que ahora tiene 44 años, había entrado y salido de la cárcel cuando conoció a McNally. Dio a luz a un hijo a los 14 años y lo vio perder la vida a causa de la violencia de pandillas. La imagen que tenía de las monjas, basada en su experiencia en una escuela primaria católica, era que "nunca demostraban ninguna emoción ni se reían. Era más bien una actitud de 'Dios te va a castigar.' Era, 'o haces esto o te vas al infierno.'"
Pero McNally le enseñó que "Soy mucho más que las mentiras que me dijeron durante toda mi vida. Y cuando yo estoy lista para crecer y cambiar, entonces el cambio es posible. Todo se trata de lo que está pasando en mi interior y lo importante que fue recuperar mi propia auto estima . . . literalmente me siento como si se hubiese quitado un manto negro de mi vida. Y por estar con una monja, siento que Dios me favorece."
En Little Rock "en la calle se dice que ella es todas nuestras mamás," dijo Ragland. "Si quieres alguien con quien realmente puedas contar y tener confianza, llama a la Hermana Lee Ann."
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